PRISMA
Terrorismo, una complicación

En los últimos tiempos hemos asistido  a una serie de atentados terroristas que han sacudido  al mundo, generado estupor a todo nivel. La indolencia y sevicia de los ataques no tiene  límites y sus raíces de difícil entendimiento por los aparentes motivos, que no vamos a analizar, pues queremos concentrarnos en aspectos de  investigación  y neutralización  más que  información.    

Cuando aparecen los actos terroristas en un país, ateniéndonos a conceptos de estudiosos del tema, se confía en que las autoridades entiendan  el nivel de organización  a  enfrentar  la cual,  independiente de pretextos e intereses especiales, concretos  o fantasías inalcanzables, está interesada en sembrar miedo y pánico entre los ciudadanos, especialmente en aquellos afectados,  directa o indirectamente. Los gobernantes deducirán que los actos terroristas llevan ante todo una clara intención  de generar inseguridad en la ciudadanía y el gobierno mismo, a la vez que envían una señal de incapacidad o debilidad de la administración para proteger la comunidad y combatir estos delincuentes, obligando las  fuerzas del orden a tomar medidas extremas de control, recibidas de buena voluntad  por la ciudadanía , pero que al extenderse en el tiempo se tornan monótonas  y poco eficientes, dejando un imagen negativa del gobierno en la colectividad.

Combatir el terrorismo es tarea engorrosa y difícil por la gran cantidad de alternativas y facilidades  que tienen estos criminales para actuar contra la población: sin embargo tampoco es imposible hacerle frente a esta amenaza. Las unidades de inteligencia pueden organizar una estrategia que neutralice el accionar terrorista, basada en la colaboración y compromiso ciudadano para  identificar las células enemigas, concientizando a las personas que estos agresores son adversos,  no solo de un facción, ya del  gobierno , la industria , el comerció,  etc., sino de toda la humanidad a la que hacen daño indiscriminado, con este concepto enquistado en la sociedad tendrán la fuerza pública y la autoridad un aliado de alto valor, que se debe consentir,  valorar y motivar constantemente,  recordado que nunca serán suficientes las medidas para  controlar este tipo de agresiones. Por ejemplo, últimamente se habla de los lobos solitarios, recurso que se ha debatido ampliamente, por negarse una buena franja de inteligencia a aceptar esa maniobra considerando que  “nadie actúa solo  a ese nivel”. Sin embargo esa posibilidad existe y se torna amenazante por su difícil identificación.

Pero hoy, la tecnología  profesionalmente  manejada, no deja pasar desapercibido un hombre sospechoso en determinado escenario. Cuando existen amenazas contra blancos específicos,  las fuerzas del orden tienen parámetros claros para actuar, y en esos casos las reacciones deben ser seguras, prontas y arriesgadas. De estos procedimientos  la mayoría de las veces resultan investigaciones que deben servir de experiencia antes que ser condenas. Por último, sin coordinación en  inteligencia no se puede neutralizar el terrorismo