Estremecedoras, por decir lo menos, las radiografías que se han tomado por estos días de la sociedad colombiana en torno al debate sobre “la ideología de género”. La intolerancia de quiénes pregonan la tolerancia atrincherados en los medios de comunicación, llegó a extremos inimaginables. Quiénes están dispuestos a perdonar delitos de lesa humanidad a las Farc, bombas, masacres, secuestros, violaciones, sin pedir a cambio ni siquiera un “lo siento” hacia la sociedad colombiana por parte de este grupo armado ilegal, emprendieron una peligrosa y desproporcionada campaña de insultos hacia los miles de padres de familia que marcharon la semana pasada, exigiendo el respeto al derecho a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos. Ni más, ni menos.
Para estos personajes, que están incendiando de manera temeraria e irresponsable el país, resulta más peligroso un padre de familia que, basado en sus convicciones religiosas y culturales, no quiere “deconstruir” sus valores en torno a la sexualidad y la familia, que un terrorista armado de un cilindro bomba.
¿Por qué tanto miedo a la libertad? Sí, a la libertad del ciudadano para pensar y elegir en una democracia. No sé quiénes serán los estrategas que asesoran al Presidente, o a lo mejor el problema es que no escucha estrategas, pero el manejo político dado a esa polarización, le hace un profundo daño a sus propios intereses electorales y a todas luces, le resta votos.
Satanizar a los miles de padres que marcharon, llamándolos homofóbicos e ignorantes es algo así como “pegarse un tiro en un pie”. Es graduarlos de enemigos. Es radicalizarlos. Es lanzarlos a los brazos de los políticos que tanto temen. Es masificar el “desdén” presidencial hacia el constituyente primario. En pleno siglo XXI, en plena era de las comunicaciones, flaco servicio le prestan al Presidente quiénes niegan la evidencia desde los micrófonos. Es torpe burlarse de las marchas, minimizarlas o desconocerlas, cuando cada marchante tenía un celular en la mano, tomando fotografías. Un error tan grave produce más indignación que el insulto y sólo consigue polarizar y “politizar” al desprevenido padre de familia que salió a la calle.
La vieja estrategia de satanizar a los políticos, tan propia de los asesores electorales norteamericanos, también está teniendo el efecto búmerang. El Gobierno, en su afán pendenciero ha construido extraordinarias plataformas electorales para el procurador Ordoñez y el expresidente Uribe. Los acusan de todo. Hasta les atribuyeron las masivas movilizaciones populares, que no organizaron ellos. Los han empoderado desde el Ejecutivo. ¿Crecerlos para después temerlos?
Y por la vía de la descalificación errática de toda la clase política que legítimamente se unió a la marcha, el Gobierno está espantando a sus aliados. ¿Un senador o una diputada no son padres de familia? ¿Quién puede tirar la primera piedra contra el senador Name por salir a marchar en defensa de la educación que quiere para su niña de 9 años? o ¿Quién puede acusar a los senadores Vivian Morales y Jimmy Chamorro de ignorantes por actuar de acuerdo a sus profundas convicciones religiosas?
Intentar desviar debate hacia las preferencias sexuales de la Ministra fue otro gran error.
¡Dejen de polarizar! Si no por “tolerancia” hacia el pensamiento ajeno por lo menos por estrategia electoral.
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