¿Podremos desentendernos de lo del plebiscito del próximo 2 de octubre? Parece que no, pues es de una gran trascendencia sobre el cual se siguen cambiando ideas. Aunque ya todo está dicho. Difícilmente se realiza una reunión aunque no sea convocada para eso, donde no se cambien ideas sobre el tema. Lo que llama la atención es que los ánimos no se acaloran y cada contertulio expresa con toda libertad no tanto los argumentos sobre el Sí y el No, sino su voluntad de hacerlo en uno u otro sentido. Eso es una buena muestra de sensatez, aunque en ciertas esferas en las cuales la mente de los seguidores ha sido imbuida por pensamientos agresivos en contra de quienes no manifiesten estar de acuerdo.
Las manifestaciones de los negociadores, con De la Calle a la cabeza, así como las de Jaramillo y las del general Mora nos llenan de optimismo con respecto al resultado y proceso de las negociaciones. Estoy seguro que aquellos a quienes no tuvimos la oportunidad de escuchar deben ser del mismo talante. Sus puntos de vista son altamente serios y llenos de seguridad en las tareas realizadas. Ni la más ligera sombra oscurece sus puntos de vista. En oportunidades anteriores he manifestado que no es pertinente que personas inteligentes permitan que alguien distinto piense por ellos. Los que queremos es que este medio siglo de confrontaciones tenga el principio de su terminación, no tenemos alternativa diferentes a apoyar el Sí. El bien del país y, en consecuencia el propio, están de por medio. Hay que pagar un precio que hace un tiempo era difícil de aceptar, seguramente es un precio alto pero también son altos los beneficios que se obtendrán. De todas maneras es un riesgo que hay que correr.
Pero bien parece que las diferencias de opinión sobre este tema, como se observa en la vida cuotidiana, no ha construido factor de molestias ni disolución de amistades. Sin embargo, el apasionamiento de algunos es tal que en cierta manera se desconoce la división que patrocina. Casi que para algunos el triunfo o derrota de sus puntos de vista es cuestión personal. El apasionamiento es bueno cuando no hay razones ocultas que no se mencionan. ¿Serán entonces válidas las actuaciones a las cuales nos tienen acostumbrados los políticos para obtener sus objetivos?
Ahora está circulando la versión por medio de la cual se quiere convencer a un cierto sector de la ciudadanía, los pensionados, para empujarlos a una de las alternativas del próximo 2 de octubre. Dice la versión que las pensiones de jubilación serán objeto de un descuento, digamos una disminución de sus mesadas, para con esos recursos financiar el posconflicto. Eso a los pensionados no les gusta.
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