PRISMA
El flagelo del fleteo

En la columna de la semana pasada nos dirigíamos a los ciudadanos invitándolos  a prevenir algunos delitos, que en el  entorno asechan permanentemente su seguridad e integridad y nos referíamos a la  prudencia en lugares públicos, como también sobre las llamadas millonarias que tanto daño han causado en el país.

Hoy ante la reacción civil que provocó la muerte del joven Yeison Méndez, víctima de un fleteo en la localidad de Kennedy, es obligado referirnos un poco a esa modalidad delictiva, independiente de la avalancha de comentaros surgida en los medios. Lo primero es tener conciencia de las calidades criminales de los hombres dedicados al fleteo, por tratarse de una actividad que demanda alto nivel de agresividad  y violencia; se trata de un artero  delincuente convencido de su superioridad frente al objetivo, quién no cejará en la intención de lograr su cometido, como es despojar del dinero a la víctima y si para ello es necesario segar la  vida de las personas no lo dudan un instante, así sean transeúntes ocasionales en el lugar, no olvidemos que estamos ante un grupo delictivo que se apoya entre sí  al momento de atacar, circunstancia que hace más vulnerable al ciudadano.

El primer llamado es para la comunidad, que  se debe comprometer para evitar  caer en manos de estos  maleantes, apoyando y ayudando a  la policía en velar  por  su seguridad  e integridad, y para lograrlo, se recomienda no manejar altas sumas  en efectivo. Para ello existen a más de los cheques de gerencia,  mucha formas para hacer transacciones bancarias, y en caso de ser imposible obviar estos  movimientos, se debe recurrir a un grupo acompañante. La policía presta ese servicio de manera gratuita, además, estas actividades en efectivo deben contar con una total reserva, circunscrita solo a las personas involucradas en la operación. El segundo llamado lo dirigimos a las entidades bancarias, pues no se escapa del ideario público, que en varios fleteos, estén comprometidos empleados de la entidad, una queja algo riesgosa por lo difícil de comprobar. Pero ante la duda seria saludable tomar medidas preventivas, como la prohibición a estos funcionarios de utilizar celulares dentro de la entidad y menos en horas de trabajo, restringir la  comunicación externa o por lo menos monitorearla y, como existen códigos manuales, proteger los vidrios del   banco con  películas oscuras lo que blindaría el interior de miradas y comunicaciones con la periferia. Sumando a lo anterior la prohibición de parquear vehículos, motos  y aun controlar  la presencia de  personas sospechosas  sin objeto claro en los contornos de la entidad. Una vigilancia externa contratada por el banco sería aconsejable.

Por último,  herramientas del fletero, las motos, las armas, un vehículo,  los celulares, y el  grupo. Alternativas del ciudadano: cargar poco dinero o si debe hacerlo pedir acompañamiento y sigilo.