LA OTRA CARA
La ciudadanía gana

El Premio Nobel de Paz diluyó el huracán de confusiones generado alrededor del plebiscito y despejó el panorama, como oportunidad para hacer el verdadero posconflicto propositivo, con planes creativos en distintos frentes de la vida nacional.

El respaldo mundial ratificado a Colombia para que en forma definitiva sepulte toda acción de guerra, es patente de valor para entrar por fin al siglo 21, con lo que tanto se dice, pero no se hace: Construir nuevo país. 

La ciudadanía al celebrar el Nobel al presidente Santos, lo tomó como algo propio y lo considera un auténtico premio entregado a todos los colombianos, sin manipulación de banderas y colores partidistas. Solo con el blanco de la paz, ganan credibilidad en la calle.

Es oportunidad para integrar la sociedad, sin discriminaciones en proyectos donde personas de todas las edades y condiciones, tenga acceso a una efectiva renovación de pensamiento y cultura, para alcanzar paz con calidad de vida.

Gobierno y Farc, están llamados a revisar lo que se considera revisable en el Acuerdo Final. Nunca faltaron observaciones en este sentido, por parte de la sociedad civil.

Ahora el reloj corre, sobre el ajuste del Acuerdo, lo que impone trabajo inmediato, cabeza fría, objetividad, sin apasionamiento ni imposición dictatorial. De lo contrario se exacerbarán los ánimos para llegar al punto final de consenso. Cuanto antes, se requiere confirmación y disponibilidad de Farc para aceptar los cambios.

Se espera que mientras avanza ese proceso de rectificaciones, se emprendan   programas dirigidos a campesinos, indígenas y comunidad discapacitada, como hacen naciones desarrolladas, con justicia social para todos. Una manera, de tantas, es la agricultura como prioridad económica.

En zonas golpeadas por Farc, como Caquetá, Cauca, Huila, Tolima y Meta, la gente con esfuerzo, desarrolla pequeña y mediana empresa en manufacturas, confecciones, artesanías y algo de tecnología. Es iniciativa de familias y personas independientes. No de autoridades regionales.

El posconflicto tiene camino propio, con recursos mundiales aportados para la paz. Es combustible suficiente para activar economía en los centros urbanos y rurales. Es plan que debería estar junto a quienes tienen que olvidarse de violencia.   

La integración se fortalecería con gremios, empresas, grupos financieros y universidades, al formar círculos de capacitación y asesoría productiva, en favor de quienes ocupan escalas menores en recursos, como las Pymes e independientes. El ideal sería que hagan llave.

Así la ciudadanía, sin partidos y sin politiquería, es primera voz de la paz. Va ganando con expresión natural.     

 juanalcas@yahoo.com