Paralelo a las primeras conversaciones de los representantes del Gobierno con la dirigencia de las Farc, ya se sabía que tendrían sectores renuentes al proceso y firma de la paz, de manera que no es novedosa para el país la noticia; muchos medios de comunicación percibieron esa posibilidad, pero ante la euforia y todos los altibajos del proceso, la cosa fue pasando a segundo plano y hoy la debemos enfrentar con transparencia y lógica.
Estos comandantes de frentes abiertamente en desacuerdo, seguramente pueden plantear mil razones para oponerse a los compromisos de paz, algunas a lo mejor discutibles y otras definitivamente salidas de cause, pero si nos detenemos a estudiar la situación y el futuro que los motiva a declararse manifiestamente en disidencia, encontraremos un solo móvil de peso, y es el económico. Nadie sin razones sostenidas en grandes motivaciones y con un objetivo hacia un futuro seguro claro y despejado, va a abandonar un negocio tan productivo como lo es el narcotráfico para esta organización subversiva, hoy ad portas de firmar un acuerdo donde se obligan a renunciar definitivamente a esta actividad, tan rentable en otros tiempos para su sustento bélico y personal. Es por lo tanto entendible que grupos subalternos con capacidad bélica y algo de liderato no vean atractivo ese paso, pues pretenden continuar delinquiendo en los sectores donde son fuertes y cuentan con la posibilidad de construir núcleos de narcotráfico en contubernio con otras bandas delincuenciales.
Tenemos muchas dudas al respecto. Por ejemplo ¿Sería que la dirigencia no supo ambientar el tema entre la guerrillada? ¿A lo mejor los mandos medios nunca estuvieron al tanto de las conversaciones, ni se les permitió conceptuar? ¿La tributación económica de estas cuadrillas encargadas del narcotráfico fue tan generosa que hoy se resisten a entregar el frente? En fin, son variadas las consideraciones sobre esta postura tan riesgosa, para la disidencia en lo personal y para el posconflicto en lo general.
La cúpula de las Farc, la semana pasada en un escueto comunicado, informó al Gobierno y país la situación, tomando decisiones sobre la desvinculación de sus filas y el proceso, de estos personajes con sus frentes, armamento, equipo y medios, hecho que permite medir lo grave de la situación. Ahora lo importante es el compromiso que asuma la dirigencia de las Farc, porque no es solo la fuerza pública responsable de enfrentar estos grupos. La información de las Farc debe ser constante y permanente, pues ellos los conocen, saben de sus movimientos y hoy son sus enemigos, que por lógica no pueden combatir, pero dar información es obligación ciudadana y más si ellos los dirigentes, son los responsables de formar, armas e instruir esos grupos que hoy se les están saliendo de control.
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