El país ha vuelto a convulsionarse políticamente por cuenta de palabras deshilvanadas, reclamos incoherentes, filtraciones, publicaciones, trinos, especulaciones, dudas y preocupaciones políticas. No es el caso de tomar partido en uno u otro sentido, justamente porque todo ha sido mediático, y, en consecuencia, no hay decisiones institucionales.
La poesía ha sido a través de la historia un arma poderosa contra la tiranía, sea cual sea su origen o su color político. Es raro el tirano, dictador o gobernante psicópata que no haya sido enfrentado por poderoso, o sarcásticos, versos de un bardo.
Estos últimos días nos han traído una seria de situaciones un poco alarmantes, venidas de diferentes estadios, que sin dudas pueden generar fisuras y fracturas en las disimiles estructuras tanto del gobierno, como la justicia y la nación. No conseguimos abordar ninguna de ellas ante infinidad de motivos conocidos y debatidos por nuestros respetados amigos, pero si queremos hacer presencia en un tema que puede llevarnos a una problemática bien controvertida y de difícil argumentación.
Casi todo el mundo cree que la organización terrorista ETA desapareció hace 5, o 10 años. Pero eso no parece ser exactamente cierto.}
Está claro que se disolvió formalmente, pero habría que preguntarse si realmente ha pasado a la historia.
En estos tiempos le estamos dejando a los oportunistas de las redes digitales, la responsabilidad en la elección de nuestros gobernantes.
Ellos se amparan en el derecho que se tiene de expresar libremente su pensamiento, pero cuando se les pide alguna explicación, exigen respeto afirmando que no hablan de política.
Lo dice la sabiduría popular.
La pausa dispuesta por Eenel Green Power, línea de negocio de Enel Colombia, del montaje del parque eólico de Windpeshi en el municipio de Uribia (La Guajira) es un pésimo mensaje y un duro revés para la transición energética en la que está empeñado el Gobierno actual, con miras a integrar a la matriz eléctrica del país las fuentes no convencionales de energías renovables y de esta manera imprimirle una mayor resiliencia frente al cambio climático.
El profesor Fernando Cepeda recientemente en su columna de El País se preguntaba, con razón, ¿por qué en Colombia se toman decisiones o se adoptan normas cuya ilegalidad o inconstitucionalidad está cantada?
En este mundo plagado de plataformas digitales, a las que hemos de sumar la avalancha de medios diversos, resulta que estamos colapsados y más desinformados que nunca. Para empezar, coincidirán conmigo que hemos perdido la orientación, el propio sentido común y hasta nuestro conveniente espacio temporal para consultar con la almohada. Demasiadas veces nos movemos sin rumbo, además de beber continuamente mentiras con lenguajes sin alma, mientras caminamos hambrientos de compañía, porque el mismo circuito económico y de poder suele marginarnos.
Desde este sábado, Colombia empezó a escribir un nuevo capítulo en materia de bienestar animal, ya que a partir de ese día el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) debe exigir el pleno cumplimiento de la Resolución número 136 de 2020, expedida por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, mediante la cual se adoptó el manual de condiciones de bienestar animal propias de cada una de las especies de producción en el sector agropecuario para las especies équidas, porcinas, ovinas y caprinas, siendo obligados a cumplirlas todas las persona, naturale